Bajan los usuarios del economato del voluntariado en Cáceres

Bajan un tercio los usuarios del economato, que recupera los niveles anteriores a la crisis

«La cosa está más floja y eso es bueno», admite Nati Quintana, encargada del local que gestionan las voluntarias de San Vicente de Paul.

Las voluntarias de la caridad de San Vicente de Paul salieron el miércoles a la calle para realizar su cuestación anual. La mayoría del dinero que los viandantes han introducido en las huchas tendrá un único destino: el economato de la calle Málaga. En este pequeño establecimiento un equipo de mujeres, capitaneado por Natividad Quintana, dispensa alimentos a bajo coste a las familias con pocos recursos de la capital que son derivadas hasta aquí a través de seis parroquias: Espíritu Santo, San José, San Pedro de Alcántara, San Blas, Fátima y San Juan Bautista.

En la actualidad, el economato atiende a cien familias. El dato, según apunta Quintana, supone una bajada del 33 por ciento con respecto a la cifra registrada durante el último año, unas 150 familias, y vuelve situarse en los niveles anteriores a la crisis. Durante los años más duros de la recesión económica la cifra de familias usuarias llegó a alcanzar, en el año 2013, las 220. Ese año la asociación se vio obligada, incluso, a crear una lista de espera porque no daba abasto. Pero, por suerte, la realidad ha cambiado.

«La cosa está más floja y eso es bueno. Atendemos a menos extranjeros», admite la responsable de las instalaciones, que empezaron a funcionar en el año 1994 con una filosofía. En el economato nadie regala nada. Los usuarios realizan su propia compra, pero a precios muy asequibles. Los productos que las voluntarias despachan tienen un descuento del 70 por ciento sobre el precio original.

Las vicencianas hacen sus pedidos mensuales a las grandes cadenas comerciales y sufragan con sus propios fondos la compra. La factura mensual, detalla Quintana, asciende a 3.000 euros. «No recibimos ayudas», asegura.

El economato se mantiene, por tanto, gracias a las aportaciones de las voluntarias y a los donativos que llegan desde las parroquias. La cuestación de esta semana también ayuda a hacer frente a los pagos. Una parte de esta recaudación irá a parar a los talleres de costura y de pintura en tela que esta asociación imparte también en la calle Málaga, en un local próximo al economato.

«Para nosotras lo más bonito es estar con las personas necesitadas. Recibo más de lo que doy», asegura Natividad Quintana, que recibió hace años el reconocimiento del Consejo Sectorial del Mayor por la labor altruista que realiza.

El economato abre sus puertas tres jueves al mes. Cada parroquia tiene un día asignado. Los usuarios solo pueden hacer la compra en este establecimiento una vez al mes y tienen, como tope, un gasto máximo de 25 euros.

Con la llegada de la crisis, evoca Quintana, comenzó a cambiar el perfil de las personas que llamaban a su puerta. «Ahora vienen más hombres jóvenes que se han quedado en el paro y personas mayores que han tenido que acoger de nuevo a sus hijos en casa porque no tenían para pagar la hipoteca», relataba en una entrevista concedida en 2009.

El economato lleva un exhaustivo control de todos sus usuarios, que tienen que cumplir una serie de requisitos. Todos los interesados deben recurrir a las parroquias en las que trabajan estas voluntarias y solicitar beneficiarse de este servicio. Para conseguirlo, deben aportar toda la documentación que acredite sus ingresos y gastos. Es imprescindible estar en el paro.

El pasado día 27 la iglesia celebró el día de San Vicente de Paul, considerado el patrono de las obras de caridad. La parroquia de San Juan Bautista organizó una misa, a las 20.30 horas, dedicada al santo. Fue un sacerdote francés y está considerado una de las figuras más representativas del catolicismo del país galo del siglo XVII.

MARÍA JOSÉ TORREJÓN
CÁCERES