
Recuerdo emocionado para Antoñita Pérez
Voluntaria de pro, cofundadora de grupo LA MILAGROSA de Córdoba de 1984.
Querida Antoñita:
El pasado 23 de marzo nos dijiste “hasta luego” y suavemente emprendiste el camino hacia la casa del padre, fue un golpe duro pues, aunque ya estabas delicada, esas noticias siempre impresionan, y más tratándose de ti, mujer vital donde las allá, entusiasta, comprometida, alegre, creyente hasta la médula.
Tu vida, como buena cristiana vicenciana, fue una entrega a Dios y a los pobres para las demás familias de sangre, cómo cuidaste a tu marido y a los pobres a los que amabas con pasión, porque estabas orgullosa de ser voluntaria de la caridad y llevabas impreso el espíritu de Vicente y Luisa. (Cómo amabas a la asociación y cuánto te gustaba asistir a las reuniones y empaparte de la formación). No permanecías pasiva oyendo al ponente, tu participación era activa y expresabas sencillamente y con humor, lo que la palabra de Dios o el ponente decían, y agradecida con las personas que nos acompañaba.
Nunca te faltó el buen humor la alegría de la entrega, la disponibilidad para todo lo que se te pidiera, pues estabas al quite de todo, jamás visitaste a una familia sin hablarle de Dios, preocupándote de su salud y circunstancias personales, lo tuyo así como lo de todas nosotras, que hoy te lloramos con esperanza, “no era limosna, sino calidad”, amor samaritano, servicio al más necesitado, siempre dispuesta a escuchar y a levantar el ánimo de los demás, son incontables las veces que fuiste a visitar las residencias de ancianos, a llevarles tu alegría y buen humor y hacerles pasar un buen rato y que sintieran el cariño que les llevabas,
Gracias Antoñita por todo lo que te entregaste, por todo lo que amaste a los pobres y a la Asociación, por tu buen humor, por ser tan buena compañera. Gracias en nombre de la Asociación y a los pobres a los que serviste, seguro que ya has oído de la boca de Dios
“Ven, ven, bendito de tu Padre, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste, anciano y fuiste a verme, triste y me alegraste…”.
¡¡¡Antoñita!!! Nada de lo que hiciste se ha perdido, quedas en nuestro corazón agradecido, por haberte puesto Dios en nuestro camino. Ahora intercede ante Dios por los pobres, por tu familia y por la asociación que te recuerda con pena y esperanza.
Descansa en la Paz de Dios.
AIC grupo la Milagrosa de Córdoba.