Encuentro Diocesano de Córdoba – 2020

El sábado, día 22 de febrero del 2020, unas sesenta voluntarias de la diócesis de Córdoba nos hemos reunido en la Parroquia de Sta. Luisa de Marillac con motivo del Encuentro Diocesano de AIC.

Comenzamos a la 10 de la mañana con la acogida. Este tiempo nos dio pie para ir intercambiando impresiones y saludos mientras desayunábamos juntas.

Tras un breve saludo de las Presidentas diocesana, regional y nacional, dimos comienzo al acto con la oración de la mañana mediante la proyección de un power-point preparado por nuestra hermana Diocesana, Sor Josefina. Pasamos a la presentación de D. Miguel David, sacerdote diocesano, que desarrolló la ponencia: «El voluntariado como vocación».

D. Miguel nos felicitó al ver la participación de un grupo tan numeroso. Nos alentó con palabras como estas: «Aunque en nuestra vida haya altos y bajos, siempre estáis disponibles. La actividad que realizáis es sagrada, pues servir a los pobres no es un pasatiempo.

La clave de nuestra vida cristiana es el Espíritu Santo, que nos lleva a un compromiso serio, por lo que estos encuentros deben servirnos para una mayor exigencia, ya que somos Iglesia, somos piedras vivas y no estamos aisladas.

Nos animó al convencernos de que estamos en la Asociación porque un día Jesús nos encontró; no hay nadie en nuestros grupos que sea menos útil que otro; en la Asociación nadie es anónimo.

Por otra parte, nos recordó que nuestra Asociación necesita también de una jerarquía porque es necesario «organizar la caridad» (es uno de los puntos clave de la manera de trabajar de San Vicente) Y como dijo Pablo VI «estamos llamadas a la confortadora alegría de evangelizar».

Nos dio unas claves para esta misión:

  1. Acoger el evangelio como novedad. No podemos acomodarnos, acostumbrarnos. Necesitamos una fe con nervio evangelizador. Una fe con capacidad de asombro. Una fe con capacidad de ser sorprendida por Dios.
  2. Tomar conciencia de la vocación. No nos podemos contentar con una vida cristiana mediocre.
  3. El centro será Cristo.
    Lo más importante es la relación con Jesús y solo seremos seguidores suyos si cargamos con la cruz. «Los voluntarios cargan con cruces que pesan». Y es cierta esta afirmación: ¡CUÁNTO PUEDO CUANDO «YA» NO PUEDO MÁS!

Potenciar ser Iglesia con alegría.

Las dificultades se superan dentro de la Iglesia. Todos debemos caminar de la mano. Salir a la calle como el buen Samaritano.

Todos debemos ser misioneros. Hablaremos de Dios si lo llevamos dentro.

«El pobre te toca el alma» ¡Sé misionero de la ternura de Dios!

Por último nos indicó que, para poder acercarnos al «necesitado», tenemos que revestirnos de:

  • Paciencia.
  • Humildad.
  • Misericordia.
  • Ternura.
  • Bondad.

La sabiduría del Evangelio se aprende tocando la carne de Cristo en el pobre, en el enfermo.

Por último, nos recordó que el REZAR no pasa de moda, es más, hay que rezar siempre antes de ir a visitar o hablar con nuestro prójimo necesitado, pero lo fundamental es DARSE.

Tras la charla tuvimos un pequeño descanso pasando rápidamente a formar grupos donde comentar el tema de la ponencia y sacar conclusiones.

Las presidentas de los grupos nos reunirnos con Conchita, nuestra Presidenta Nacional, a quien agradecemos su presencia, con Araceli, Presidenta Regional y la Hermana asesora, Sor Josefina.

Compartimos la Eucaristía, en la que este año, con gran alegría para todas, se les impusieron a tres voluntarias el crucifijo. Fue una celebración muy preparada, muy emotiva y vivida con alegría.

No podíamos terminar la jornada sin compartir la comida fraterna donde disfrutamos de un tiempo estupendo para seguir hablando entre los grupos de nuestros proyectos, dificultades, alegrías y todo lo que nos anima y preocupa, dándonos fuerzas para seguir trabajando cada día.

Acabada la comida pasamos de nuevo al salón para poner en común el trabajo realizado acerca de la ponencia, que resultó muy positivo.

Finalmente, nuestra Presidenta Nacional nos dirigió unas palabras de aliento y nos animó a seguir trabajando.

Todas le agradecemos su dedicación a la Asociación. Su cercanía y su talante, siempre alegre y esperanzador, nos transmite fuerza.

Nos despedimos con el propósito de seguir ayudando, todo lo que podamos, al que nos necesite, y transmitir alegría haciendo el bien a todos.

Sin duda fue una jornada muy positiva.

Al terminar el día agradecimos al Señor esta hermosa jornada donde disfrutamos de todo lo vivido.

La Presidenta Diocesana          Hermana Asesora

Araceli Cabrera            Sor Josefina Redondo