Como un rayo de sol de esta primavera florida y hermosa pasan Conchi Santiago y Sor Casilda del Hoyo, respectivamente, presidenta y asesora nacional de la AIC, por la Región de Gijón.
El miércoles 27 de marzo llegan a Asturias. Se aprovecha la mañana del día 28 para ver la tienda de segunda mano y el ropero del grupo de san Vicente, no sin antes darse un garbeo por el paseo de san Lorenzo y contemplar las espumosas aguas del Cantábrico.
Ocupan la tarde, acompañadas de Marisa y de Sor Carmen, delegada y asesora regional, en visitar el grupo de Piedras Blancas y los dos de Gijón: el de la parroquia del Buen Pastor y el de san Vicente, estos dos últimos reunidos en el Colegio de san Vicente. En ambos lugares se congratulan, visitantes y visitadas, por el buen hacer de las voluntarias de base y por la sencillez y cercanía de las representantes nacionales.
Al día siguiente toca viajar de Gijón a Tui. Allí tras pasar por el albergue de transeúntes y admirar el gran esfuerzo de este pequeño grupo de voluntarias, se pasa a dialogar con una representación del voluntariado local y de Hermanas que cooperan más directamente con el grupo. No cabe duda que, todas, salimos fortalecidas de este encuentro y deseamos tenerlos con más frecuencia.
A continuación, y después de un refrigerio, ofrecido por las Hijas de la Caridad, tomamos rumbo a Santiago de Compostela para estar disponibles para el «encuentro diocesano», que tendrá lugar el sábado día 30 en la Casa Diocesana de Ejercicios Espirituales.
En efecto, congregados allí, los grupos de Galicia y tras los pertinentes saludos y presentaciones de presidentas, diocesanas, voluntarias… Conchi Santiago ofrece a estas voluntarias el mismo mensaje de fidelidad y pertenencia a la AIC, que el día anterior había ofrecido en Piedras Blancas y Gijón.
Con el calor, sencillez y cercanía que la caracteriza, nos invita a aprender del águila envejecida, a enfrentar un proceso de renovación. También nosotras, por doloroso que nos resulte, necesitamos un proceso de renovación, para que, como el águila, iniciemos un vuelo victorioso. Es preciso, desprendernos de ataduras, costumbres y otras tradiciones del pasado, para actualizarnos y servir al pobre de hoy.
A su vez, nos recuerda de forma sencilla e incisiva: ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? y las características esenciales de la caridad vicenciana. Nos motiva a reconocer que la AIC es una gran asociación, y que todas debemos ser solidarias con ella, puesto que apoyar a la AIC, cualquiera que sea nuestro estado y nuestras posibilidades, es ayudar a salir de cualquier tipo de pobreza y dignificar a las personas. Por tanto, urge desarrollar la corresponsabilidad y el espíritu de pertenencia a la asociación.
El encuentro también contó con la ponencia del P. Enrique Rivas, CM, titulada: Un voluntariado que irradia Evangelio.
Nos animó a llevar la Buena Nueva del Evangelio a quienes prestamos un servicio, al igual que lo hacía S. Vicente, quien en todo y en cada momento hacía una referencia a Nuestro Señor Jesucristo, y así evitar caer en las falsas espiritualidades de que nos advierte el Papa Francisco: el gnosticismo y el pelagianismo, ambas falsificaciones de la santidad que nos podrían desviar del verdadero camino.
Por tanto, es preciso cuidar con esmero la formación continua y la vida interior, para lograr un equilibrio entre verdad, moral y fe y poder hacer frente a los desafíos y retos del mundo de hoy, que sufre la dictadura del «relativismo» y la «banalización» de los principales valores humanos y cristianos. Retos que brotan de nuestra vocación vicenciana.
Dios nos ha llamado para ser testigos de su amor hacia los pobres. Nos ha convocado a hacer realidad la utopía evangelizadora expresada en las Bienaventuranzas. Utopía que nos llama a pisar tierra y a realizar ese «reino de los cielos» aquí entre los pobres de este mundo.
Tras la comida fraterna y un tiempo de relax para compartir vivencias, como broche de oro a este hermoso encuentroparticipamos activamente en la celebración de la Eucaristía.
Y a continuación, cada cual, rumbo a su destino.
Damos gracias a todas las personas que han facilitando días tan gratos y fecundos para la AIC de la Región de Gijón y muy especiales a Conchi, y a Sor Casilda por el regalo de su visita.
Sor Carmen Fernández
Hija de la Caridad