Sor Josefa Iglesias García

EL SEÑOR TE HABRÁ DICHO:
«VEN, BENDITA DE MI PADRE
Y PASA AL BANQUETE DE MI SEÑOR…»

Estas palabras de Jesús nos alientan y nos animan a la esperanza, ya que la muerte no es el último capítulo de la existencia, sino el inicio de una Vida Nueva.

Esto es lo que creemos y es lo que celebramos, con la seguridad de que nuestra Hermana Sor Josefa ya está gozando plenamente del Amor Infinito de Dios.

Ella vivió con gran alegría y audacia su vocación, su entrega incondicional a los Pobres. Primero en la Institución Provincial Gaditana, donde llegó en 1947 desde el Seminario. Éste fue su primer y único destino. Allí ejerció como profesora hasta su jubilación con los alumnos, pasando de inmediato a transformar su servicio en visitar a los ancianos y enfermos en sus casas, llevándoles el consuelo y la esperanza de Dios Padre y Madre que no se olvida de ninguna de sus criaturas. Les escuchaba con devoción e intentaba aliviarles en su enfermedad y suavizarles sus sufrimientos. Fue una mujer de una fe recia y así la transmitía a todos los que encontraba a su paso.

Estamos seguras de que la fuerza la recibía de Dios a través de la Eucaristía que celebraba con gozo cada día, de la oración y de la Virgen Milagrosa a la que invocaba constantemente y a la que profesaba un amor inmenso.

Conoció en profundidad el dolor ajeno y el suyo propio, ella misma lo experimentó hasta los últimos días de su vida. Ha sido, para todos los que la rodeaban, ejemplo de resistencia y lucha por la vida que el Señor le concedió en abundancia hasta los 92 años. Se mostró siempre muy agradecida con las personas que la atendían y prestaban algún servicio.

No nos cabe la menor duda que ante el Padre pedirás por todos, tu Comunidad, los Pobres, la Compañía, la Provincia España Sur, tus hermanos y familiares, amigos que fuiste haciendo a lo largo de la vida y que Dios puso a tu paso. Hoy el Señor te llamó a la Vida y tú se la devuelves con gratitud.

No te olvides de pedir por el aumento de vocaciones a la pequeña Compañía y nosotras, animadas por tu ejemplo de vida, cantamos con júbilo que ya estás resucitada con Cristo porque Él venció a la muerte y ya no cabe luto ni dolor.

«RESUCITÓ DE VERAS MI AMOR Y MI ESPERANZA»

La Comunidad «Luísa de Marillac»
CÁDIZ