Todos somos, en cierta medida,
responsables de lo que pasa a otros

Sólo en España

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Personas viven en la pobreza*

1 de cada 4, en este país

El verdadero cambio social está en nuestras manos,
si nos implicamos conseguiremos un mundo realmente justo,
un mundo en que todos tengamos una oportunidad.

El daño más profundo es el que afecta a la dignidad humana.

Detrás de cada historia hay un sentimiento común:

“no puedo hacer nada para cambiar las cosas, sólo puedo sobrevivir…,
cuando encuentro las fuerzas”

Dignidad, un derecho básico que se vende caro

En la opulenta Francia de Luis XIV y el cardenal Richelieu

El párroco de Châtillon-les-Dombes (hoy Chântillon-sur-Chalaronne) tuvo una revelación:


 “¿No sería posible reunir a estas buenas mujeres y animarles a darse a Dios para servir a los pobres?”

Con esta “simple” idea aquel párroco dio la vuelta a la estructura social de la época, dando al pobre el lugar que hasta entonces tenían reservados los señores.

Más de 400 años después

En muchos lugares de la tierra seguimos trabajando, fieles a ese carisma:

la atención al desfavorecido por amor a Dios, al otro y por sentido de justicia, no por compasión.

Porque eso es lo correcto

Un plan en tres pasos

A lo largo de los años hemos conocido todo tipo de personas rodeadas de toda clase de circunstancias, esa experiencia de siglos nos ha enseñado que no basta con unas cuantas acciones que palíen la situación. Para conseguir cambiar realmente la situación que viven esas personas hay que ser ambiciosos con el plan, no se nos puede olvidar que el objetivo es que recuperen la confianza en sí mismos, se hagan cargo de su vida y se integren en la sociedad para ayudar a otros (ya sólo con su ejemplo al tomar las riendas se convierten en un referente y devuelven esperanza).

Por eso (en la medida de lo posible) planteamos nuestros proyectos en 3 etapas consecutivas que persiguen el desarrollo integral de la persona y, con ello, la recuperación de la dignidad y la integración como miembro de pleno derecho en la sociedad.

Lo primero

Atención a las necesidades básicas (incluido el afecto)

Lo importante

Fomento de la autoestima, la confianza y la motivación

Los recursos

Capacitación profesional y social para poder decidir y tomar el control

Lo que nos mueve

La AIC se propone ser una fuerza transformadora de inspiración cristiana dentro de la sociedad, prioritariamente con las mujeres  a través de proyectos y acciones promocionales que impliquen la participación de los destinatarios.

También se propone colaborar a nivel local y mundial, participar en redes e involucrarse en programas de políticas públicas o de la sociedad civil, para construir,  juntos,  un mundo más justo.

Nuestra misión es, siguiendo el ejemplo de San Vicente de Paúl y las enseñanzas de la Iglesia:

Son muchas las personas a las que atiende la AIC

No hay una persona igual a otra y son muy diversas las realidades a atender, encontramos una gran variedad de carencias desde las más básicas a las más profundas: aquellas que, aparentemente, no deberían ser una prioridad pero que arrasan con la dignidad e incapacitan a la persona para integrarse plenamente en la vida social, profesional, política…, empezando por destruir su autoestima.

Jóvenes

Desorientados y con
un futuro incierto

Familias

Con pocos recursos o grandes limitaciones

Infancia

En riesgo de no poder crecer como niños

Mayores

Solos, enfermos, apartados, amenazados

Migrantes

Sin red familiar que minimice los golpes

Adictos

En continua lucha contra ellos mismos

Reclusos

Que siguen pagando sus malas decisiones

Sin hogar

Continuamente alerta, sin su "lugar seguro"

Con discaptacidad

Con el "esfuerzo extra" como una constante

Víctimas

Arrastradas a un punto de difícil salida, solas

Puedes encontrarnos en todo el territorio

Todos sabemos que el territorio nacional es heterogéneo en recursos, en climatología, en cultura, en administraciones y, por supuesto en necesidades. Para ser más eficaces la asociación se organiza por regiones, haciendo clic en el mapa podrás saber más del trabajo que cada demarcación territorial está desarrollando.

Hay mucho trabajo por hacer, y no estamos solos

Son muchos y muy variados los proyectos que ya están en marcha en un intento de dar respuesta a las diferentes carencias y todos, todos, son una realidad gracias al trabajo de un gran número de voluntarios. Esa diversidad de actividades permite que cada uno encuentre la forma de colaboración en la que siente que puede aportar más.

Comedor

Economato

Refugio

Alfabetización

Talleres ocupacionales

Asesoramiento

Apoyo escolar

Acompañamiento

Capacitación profesional

Bolsa de trabajo

Socialización

Rehabilitación

Los recursos necesarios

Necesitamos dinero, por supuesto, pero también necesitamos a las personas: su energía, sus conocimientos, su tiempo. El afecto, la escucha, la dedicación…, son muchos los valores y riquezas de nuestro voluntariado, y todos son necesarios. 

Hay muchas formas de colaboración, piensa, por ejemplo, en todo lo necesario para desarrollar un programa de inserción socio laboral o una red de alojamientos para transeúntes o mujeres víctimas de maltrato.

Voluntarios

Las manos que acogen y mantienen en marcha los proyectos

Empresas

Los motores del cambio, facilitando oportunidades

Donantes

Los proveedores de recursos materiales, sin los que nada haríamos

¿Qué mundo vamos a dejarle?
¿Será un mundo más justo?

Heredarán la tierra...